jueves, 25 de agosto de 2011

Serie viejas reflexiones: reflexión número cuatro

Desde que tengo algún recuerdo uno de los temas de conflicto con el grupo familiar fue la organización funcional de la vivienda, en un sentido muy amplio que va desde la ubicación de los muebles, que tipo de muebles dejar o comprar, los colores, la vegetación y ya rayando la estupidez, hasta la decisión de la no compra de un animal por problemas de no poder ofrecerle un hábitat apropiado.-
El conflicto surge junto con mis estudios secundarios –carrera técnica en construcción- donde un docente te recibía a los doce años de edad hablando de arquitectura y refiriéndose muchas veces a la vivienda. De repente sentí poder organizar mí mundo, ya que se me daba las herramientas para que todo funcionara correctamente. Este fue el comienzo de mí “deformación”, debido a la nueva formación que estaba recibiendo. Como explicarles a mis padres que la zona de estar no estaba pensada para soportar el viejo sillón de hamaca, confeccionado en madera, porque el nuevo juego de sillones metálicos eran los que se apoderaban del espacio, cambiando nuestra relación psicológica con el mismo, antes todo era cálido, ahora el frío era el dominador principal de aquel lugar. A mí entender es una de las grandes fracturas que la arquitectura moderna ha tenido en países del tercer mundo al no tener en cuenta un elemento tan importante como la nostalgia, es decir, la relación con todo aquello que nos rodea y nos acompaña en nuestro diario vivir: “lo cotidiano”. Debo aclarar que el sillón de madera se quedo, y una gran pregunta surgió: ¿qué es más importante, el cumplir a rajatabla un estatuto que se nos enseña como debe ser una vivienda para ser funcional, o el presenciar la relación de un ser querido sentado en su sillón...?. También este tema debería ser estudiado al momento de ver esta otra relación: conservo un cliente y trato de realizar de alguna forma lo que el quiere, o aplico todo lo que se para que la casa sea moderna -sin importar lo que el cliente nos expresa- algo que sólo nosotros lo sabremos y nadie más.-

Como ésta anécdota puedo comentar muchas donde toda mí teoría combatía con lo cotidiano –considero un ejercicio interesante el tratar de explicarnos que es lo cotidiano para un arquitecto, seguramente tiene algo de “una continua crítica a este mundo que no nos entiende”-, porque considero que el ejercicio se trata de eso; anécdotas. Diría entonces que esa es mí insatisfacción, como también mí frustración; crecer en un lugar que continuamente socava mis ideas, un hábitat que es real, y que jamás nos permitirá resumirlo a unos cuantos puntos de “arquitectura”.-

Lo interesante, para ir terminando, que hoy vivo solo, y al igual que mí familia, y seguramente que usted, he quebrantado alguna ley, comprimiendo un poco el lugar y permitiendo que algún viejo sillón tenga su espacio.

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